jueves, 29 de enero de 2009

De Blues de Jazz para una Rapsódia


DE RAPSÓDIA





TANKAS

1

El tiempo trama

sus ardides por lo

blanco y oscuro

de su camino.¡Muera

y sálvese el que pueda!

2

Las manos lentas

sobre el piano demoran

el alba, signo

de que la ausencia tuya

entona una canción.

3

Toda la calle

está colmada de ángeles,

anda y convérsales,

¡ellos son el camino

al cielo de Swedemborg!

4

Las tardes rojas

de Portugal dejaron

de ser un sueño

cuando vi el escandente

Prodigio de tu cuerpo.

5

Mira los árboles:

Gritos de desespero

que da la tierra.

Son eso que soy cuando

en las noches te sueño.




EL BREVE INSTANTE DEL AMOR

El murmullo de los árboles: la tenue voz del silencio,

la tenue voz del silencio: una palabra muda,

una palabra muda: clamar auxilio,

clamar auxilio: levantar las manos,

levantar las manos: adorar la lluvia,

adorar la lluvia: tantear entre nubes,

tantear entre nubes: rozar tus cejas,

rozar tus cejas: voluptuosidad complacida,

voluptuosidad complacida: ave volando,

ave volando: grano de arena sonriente,

grano de arena sonriente: alta tu boca,

alta tu boca: de rodillas el abeto,

de rodillas el abeto: devastador el colibrí,

devastador el colibrí: diáfanos tus ojos,

diáfanos tus ojos: infinitesimal delirio,

infinitesimal delirio: nuevo el desorden,

nuevo el desorden: labor del viejo Caos,

labor del viejo Caos: ¡hágase la vida!

hágase la vida: naturaleza arrogante,

naturaleza arrogante: tu terrible belleza,

tu terrible bellaza: joyero celestial,

joyero celestial: reverente el cielo ante tu rostro,

reverente el cielo ante tu rostro: resucitado el destino,

resucitado el destino: eterno el nacimiento de la flor,

eterno en nacimiento de la flor: segundo prodigioso,

segundo prodigioso: el abrazo que me das,

el abrazo que me das: el breve instante del amor.















BLUES DE JAZZ PARA UNA RAPSODIA


1

Hay un alma que se aleja con las olas de la mar,

el azul de la tierra danza al compás de mis pies,

¡oh! Venus portadora de noticias

bienvenida a mi puerta,

¡oh! mantra patético y gris

¿será este el camino?

La luna roja de aquella noche, aún nos mira,

con su presencia vamos alegres

como el aleteo de una libélula.

El místico sándalo perfuma toda la habitación,

los labios buscan el final del pasillo,

y a oscuras las manos sobre el piano claman el vaho

de alientos perdidos.

A mí, de vez en cuando el espejo me deja respirar,

a ella, los dioses siempre la acompañan.

El amanecer camina a ciegas,

La mano parca puede rozar su piel,

¡oh! muerte calida y púrpura,

no la desees tanto como yo, porque estaré perdido

y el saxo lentamente apagará su voz.

2

Es tan mansa la lúgubre luz

que el predicado de un hombre se limita a los sueños,

aquellos que le dieron nombre a todas las criaturas

aún celebran su creación,

¡ah! la música, ese diálogo entre el instrumento y la voluptuosidad,

está hecha de ti, que res más que belleza.

Pósame en tu boca , allí donde la cara de los ciegos se ilumina

con el sonido de las aguas que descienden de tu voz.




INSCRIPCIÓN SEPULCRAL.



He visto al dorado ocaso alto por el jardín filtrarse.

He visto a Saramago y al dios de Saramago.

He bebido del pecho de Whitman, como todas las criaturas

del universo han bebido.

He visto a Job dividirse en tres.

He amado a todas las mujeres y probado la miel de unas cuantas.

He visto al abuelo sembrar el cerezo y he visto al cerezo ver morir

al abuelo.

He visto la cara última de la cicuta.

He sido la noche y su laboriosa complicidad.

He visto la cara oculta de las treinta monedas.

He sido el horno, el pan, la boca, la satisfacción, el hambre.

He sido los amores de Aracne y la ira de Atenea.

Fui dueño de todas las miserias: las de los hombres y las de los

dioses.

He visto a Dios confundir los idiomas y destruir ciudades

con fuego.

He visto nacer a Ra y he concebido el Océano.

El viejo Caos me buscó para que erigiéramos el orden.

He sido el tálamo donde Ulises talló su amor y he sido las manos

que tallaron el tálamo.

He sido el hilo con que Penélope tejió y destejió el tiempo.

Fui la cifra de una causa,

Y ahora, soy materia del habitual olvido.


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